La mujer que lidera la lucha por la conservación de los humedales en Angola
Cómo los flamencos inspiraron a la ambientalista Fernanda Samuel, ganadora del premio “Mujeres artífices del cambio en el ámbito de los humedales”
A menudo citados por su belleza, los esbeltos flamencos de plumaje brillante son una de las aves más leales del planeta. Al igual que los seres humanos, los flamencos hacen amigos para toda la vida. Por ello, no sorprende que una mujer, Fernanda Samuel, haya hecho de los extraordinarios flamencos de Lobito (Angola) sus propios compañeros de vida.
Con solo 31 años, Samuel se ha convertido en una de las líderes del floreciente movimiento ambiental de su país. Es Coordinadora Nacional y Responsable de Medidas de Protección y Conservación de los Manglares en la ONG OTCHIVA, que trabaja por la protección de los humedales de Angola.
La labor de Samuel se centra específicamente en la preservación de los ecosistemas de manglares. Sus esfuerzos se han ganado el reconocimiento de su país y de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y la Convención de Ramsar sobre los Humedales, que han reconocido el impacto de su labor.
Para Samuel, las acciones en defensa del medio ambiente tienen un origen muy personal. Los manglares y los flamencos son elementos que siempre estuvieron presentes en su niñez. Por eso, cuando hace un decenio los flamencos comenzaron a desaparecer, Samuel supo que era una señal de alerta.
Las bandadas de flamencos que antes volaban a los manglares habían desaparecido, alejadas por las empresas de construcción que destruían estos hábitats para sus nuevas construcciones. Más que una pérdida de belleza, fue una señal de que el entorno natural que Samuel tanto amaba estaba siendo amenazado.
“Tomé la decisión de comprometerme a proteger los humedales en 2016 cuando me di cuenta de que los flamencos estaban desapareciendo de mi ciudad natal, Lobito, en la costa meridional de Angola”, recuerda Samuel. “Crecí junto al mar, rodeada de manglares y fascinada por los flamencos, la tarjeta de presentación de mi ciudad. De repente, llegaron a la ciudad nuevas empresas de construcción que comenzaron a depositar escombros y a hacer vertederos para la construcción de nuevos complejos residenciales y turísticos. Los manglares fueron destruidos, los flamencos desaparecieron y yo entré en pánico”.
Ese pánico rápidamente se transformó en acción. Samuel reunió a amigos de la infancia para iniciar lo que luego se convertiría en un esfuerzo decidido para salvar los manglares, que no solo son el hábitat de los flamencos sino de muchas otras especies.
Pero su camino no fue fácil. A medida que Samuel comenzaba a movilizarse en pro de la conservación y la restauración de los humedales, tuvo que enfrentarse a la oposición de políticos y el sector privado. A estas personas solo les interesaban las ganancias y estaban dispuestas a destruir enormes zonas de manglares.
Los problemas no solo fueron ambientales, sino también personales. Samuel recibió amenazas y sufrió intimidación grave por parte de personas del medio local y nacional. Sin embargo, pese a estas dificultades, siguió adelante con su labor.
“Los principales retos que he enfrentado en mi lucha por conservar y restaurar los humedales fueron las amenazas recibidas de poderosos empresarios protegidos por políticos que arrasaron varias zonas de manglares y provocaron el desplazamiento de las comunidades de pescadores”, explica Samuel. “Querían apoderarse de las mejores tierras de la costa y solo pensaban en ganar más dinero. No les importaban los ecosistemas de los manglares ni los medios de subsistencia de los pescadores artesanales. Utilizaron incluso a las fuerzas policiales para intimidarnos. Muchos de nosotros perdimos nuestros puestos de trabajo.”
Sin dejarse amedrentar, Samuel recobró las fuerzas gracias a su comunidad, especialmente los jóvenes. Estos voluntarios fueron fundamentales para sus campañas de educación ambiental, pues enseñaron a las comunidades pesqueras sobre la importancia de los manglares. Samuel y su equipo ayudaron a estas comunidades a comprender que la destrucción de los manglares llevaría a la reducción de las poblaciones de peces, crustáceos y mariscos, que constituyen los recursos de los que dependen.
Al comprender esto, los pescadores se sintieron empoderados y se convirtieron en nuevos defensores ambientales que comenzaron a denunciar los vertidos ilegales.
“La mayor motivación vino de los jóvenes voluntarios que se movilizaron en campañas de limpieza y reforestación de las zonas de manglares”, observa Samuel. “A través de nuestras campañas de educación ambiental, los pescadores artesanales aprendieron rápidamente nuevas técnicas de gestión sostenible de los recursos marinos y se unieron a nuestra causa denunciando a las empresas que depositaban basura y escombros en las playas”.
Esto llevó a la creación de grupos organizados de “guardianes de los manglares”, formados por jóvenes de las comunidades costeras. Esta labor tuvo un impacto significativo, dando visibilidad a la cuestión e impulsando la adopción de medidas por parte de los políticos locales.
“Estas acciones ayudaron a sensibilizar a los políticos, quienes finalmente comprendieron que la protección de los manglares contribuía a la lucha contra el hambre y la pobreza”, afirmó Samuel.
Cuando Samuel habla, el mundo escucha
La labor de Samuel ha sido reconocida a nivel internacional. En 2020, fue seleccionada como finalista del premio de las Naciones Unidas “Jóvenes Campeones de la Tierra”, por sus esfuerzos para proteger el medio ambiente. La Convención sobre los Humedales también reconoció sus contribuciones otorgándole el premio a los Jóvenes defensores de los humedales en 2022 y nombrándola “Voz a favor de los Humedales” a nivel mundial.
La Convención, un tratado internacional establecido en 1971, se centra en la conservación y el uso racional de los humedales. La labor de Samuel concuerda plenamente con la misión de la Convención y su compromiso ha servido de plataforma para apoyar sus actividades a favor de los humedales.
Samuel también desempeña un papel importante en la campaña “Las mujeres como artífices del cambio en el ámbito de los humedales”, que ayuda a amplificar la voz de las mujeres como defensoras del medio ambiente. Se ha inspirado en una de las ambientalistas más icónicas de África, Wangari Maathai, la keniana ganadora del Premio Nobel de la Paz que fundó el Green Belt Movement, centrado en la plantación de árboles, la conservación del medio ambiente y los derechos de las mujeres.
“Nunca tuve el honor de conocer en persona a esta notable activista ambiental, social y política porque murió muy joven”, señala Samuel. “Pero en 2021, durante la COP26 celebrada en Glasgow (Escocia), tuve la oportunidad de entablar una amistad con su hija y heredera de causas tan nobles, Wanjira Mathai, vicepresidenta del Instituto de Recursos Mundiales”.
Desde el activismo de base a la labor de promoción de alto nivel, Samuel imagina una Angola que preserva su rica diversidad biológica a través de la acción colectiva. Recalca la necesidad de contar con políticas públicas sólidas, una fuerte participación comunitaria y una educación ambiental permanente.
“Debemos trabajar juntos, gobiernos, comunidades y personas”, observa Samuel. “Espero que nuestros esfuerzos sirvan para velar por la preservación de los humedales y la diversidad biológica de Angola y que nuestras comunidades prosperen en armonía con la naturaleza.”
Mientras Samuel prosigue su labor, los flamencos de Lobito siguen siendo un fuerte símbolo de las razones que la impulsan. Estas aves, que antes se vieron desplazadas por la destrucción, representan la resiliencia que espera restaurar con su trabajo. Tiene la esperanza de que los flamencos regresen cada año en su ruta migratoria, manteniendo vivos los humedales de la región y las amistades de por vida que inspiran.